5/11/07

EL MONOPOLIO DE LA INSATISFACCIÓN


Hace mucho que los escaparates dejaron de ser meros lugares de exposición de productos, para convertirse en espacios que ofrecen algo que podemos llamar “escenografías artificiales”.

Esto puede ser causado por las sociedades capitalistas donde los consumidores, más que por necesidad, compramos por deseo; por deseo de tener más y más, encontrándonos así con el monopolio de la insatisfacción, tanto por parte de los
compradores como por la de los comerciantes.

Siempre insatisfechos compramos sin parar, por lo que los empresarios y comerciantes, ahogados, literalmente, por la fuerza del consumismo, nunca están satisfechos con lo que venden, sintiendo también ellos el deseo de superarse en el mundo del marketing.
De esta manera los escaparates cobran, cada vez más, una mayor importancia, ya que éstos son el medio de comunicación entre el comercio; que es donde expone sus productos, y el consumidor.

Para ello, estos comerciantes recurren, sobretodo en fechas de máximo consumo como en navidad, a posibles opciones que seduzcan y llamen la atención de la sociedad.

El diseño de estos pequeños o grandes muestrarios, puede ser el espíritu creativo que conecte con la gente de manera intensamente personal. Surge así el afán por experimentar; por ejemplo modelando entornos con luz, mediante escenografías acordes con cada situación, desde naturales y sutiles hasta estimulantes, abstractas y artificiales; transfiriendo creatividad a partir de las complejas funciones de la luz.

Para terminar, decir, que no contentos con esto, en esta sociedad capitalista en la que vivimos, nunca desaparecerá este monopolio de la insatisfacción dado por el consumismo. Mientras unos insatisfechos, cubren el deseo de vender y vender, otros cubren el deseo de comprar y comprar; utilizando de esta manera el escaparate como el pastel, metafóricamente hablando, donde el pastelero coloca la guinda más deliciosa que el niño desea comer.


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